La Imaginación, el Don Divino

 

Hay dos mundos en los que vivimos, el mundo de lo material y el mundo de los espíritus. Conocemos el anterior porque nosotros estamos hechos de lo material. No conocemos el segundo por si mismo, porque todo nuestro conocimiento como seres humanos llega por los sentidos. Lo que no podemos sentir, experimentar, tocar, saborear, ver o escuchar no lo conocemos. Por supuesto, solamente es posible para nosotros de saber y conocer a Dios y el mundo de los espíritus si ellos, de algún modo, se materializan frente de nosotros. La facultad o poder que da a ellos y a nosotros esta capacidad de materializar el mundo espiritual y relacionarse es la imaginación.

 

Debido a la imaginación los seres humanos han progresado en su forma de vivir. Los automóviles, aviones, edificios gigantes, las computadoras, los cohetes, etc. todos son el resultado de algo espiritual que se materializó en la imaginación. Después de llegar a ser conocido, fue capacitado de ser actualizado en lo material.

 

El Poder de un Nombre

 

Toda la creación lleva un nombre, y cada nombre contiene los atributos y características de lo que fue nombrado. Por ejemplo, cuando Jesús reveló a nosotros que el Dios era Padre, inmediatamente fuimos capacitados de imaginar y conocerle como “padre.” El nombre “padre” materializa una imagen de ´’padre” junto con todas sus características y atributos que hemos atribuido entonces al Padre.

 

Una imagen materializada llega a ser un arquetipo de un ser material o espiritual. Como resultado, el arquetipo del “padre” llega a ser una presencia real y experimentada de nuestro Padre Celestial cuando Él habita directamente adentro. En otras palabras, no es mas un arquetipo que nos une con un “padre” en general, sino con un padre especifico, nuestro Padre Celestial.

 

Si supiéramos y conociéremos a los seres espirituales que existen en el mundo espiritual, de los cuales el más importante es Dios, entonces, estos espíritus deben materializarse, deben manifestarse a nosotros, y deben efectuar una transformación por la cual ellos adquieren una forma material. También si los seres humanos, nosotros, desean unirse o relacionarse con el mundo espiritual, entonces, deben ser capacitados de alguna manera a transformar la existencia material en una espiritual. La imaginación es la facultad para esta transformación.

 

Aunque las imagines de Dios el Padre, Hijo y Espíritu Santo pueden ser experimentados por la imaginación sin ser habitados o informados por la Persona actual de Dios, eventualmente, debemos experimentar a Ellos como seres objetivos en si para llegar a saber y conocer a Ellos como son.

 

Tampoco importa si esta experiencia comienza de nuestra actividad o de la actividad de la Persona de Dios. El saber y conocer el arquetipo y estar familiarizado con las características del nombre es importante para una relación verdadera con la imagen actualmente materializada de la Persona de Dios. En otras palabras, mientras más alguien sabe, conoce y experimenta la imagen de un “nombre” particular en su vida humana, aquella persona estará mas capacitada de relacionarse personalmente con la imagen actual y materializada de ese nombre.

 

El don maravilloso que Jesús nos regaló fue la revelación de que en Dios hay tres Personas que Él nombró al Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por medio de esta revelación y por la imaginación somos capacitados de experimentar una relación verdadera, personal e íntima con cada una de las Personas. Podemos saber y conocerles cara a cara. Podemos sentirles, experimentarles, abrazarles, verles, escucharles y tocarles. Por la facultad de la imaginación nuestro Dios de veras llega a ser real con nosotros.

 

Jesús también nos dijo en el evangelio que Ellos quieren habitar dentro de nosotros, y que Jesús quiere presentarnos al Padre y darnos su Espíritu Santo. Estos deseos llegan a ser experimentados de veras por la imaginación. Sin la experiencia, sus palabras no tienen significado.

     

Una experiencia similar también está disponible a personas de otras religiones porque todos tienen sus nombres e imagines de Dios que permiten al Dios ser presente, materializarse en sus imaginaciones de un modo. Los judíos frecuentemente llaman a Dios, Padre, y todas las religiones tienen sus profetas y guías espirituales.

 

Es fácil tener una relación mediante la imaginación con Dios el Padre y el Hijo, pero cuando tal relación llega a incluir al Espíritu Santo se cambia. La tradición tiene al Espíritu Santo materializándose en y frente a nosotros como una paloma, una lengua de fuego o una brisa. Desde que estas no son imagines arquetípicas a que podemos relacionarnos persona a persona, el Espíritu Santo ha expresado durante siglos el deseo de ser conocido con el nombre de Sofía. Por medio de este nombre Ella tiene una imagen materializada y arquetípica como lo tiene el Padre y el Hijo, y en el mismo tiempo Ella se revela como la parte femenina divina de la Deidad.

 

Entonces, es por la imaginación que nuestra relación con Dios llega a ser personal y real, que nuestras prácticas religiosas llegan a ser actos del amor. Sin esta facultad, nuestra actividad religiosa, el culto dominical, los sacramentos, rosarios, etc., tienden a ser un mero rito, acciones externas faltando las experiencias del corazón de una relación cariñosa entre personas.

 

La Curación Interior

 

La imaginación es bien crítica al entender y experimentar el desarrollo personal como un ser humano integrado. Por medio de la imaginación podemos ser curados de los traumas y temores pasados, las cosas que nos empujan a relacionarnos con otras personas sin cariño y amor. Por medio de la imaginación podemos revivir estas experiencias malas, aunque son muy dolorosas. Podemos confrontarlas, aceptarlas y con el amor ser librados de su control.

 

Por medio de la imaginación podemos revivir al niño dañado adentro, o también un abuso por alguien que está muerto. El tiempo no es un obstáculo. El espíritu de aquella persona que nos dañó puede materializarse en la imaginación, y la presencia de tal persona traerá de inmediato todos los temores, heridas, la ira, el odio y la venganza que están asociados con esta persona por su imagen materializada. Esta experiencia presente nos da la posibilidad de revivir el acontecimiento, pero esta vez, revivirlo correctamente. La imaginación es, por eso, bien crítica a nuestro desarrollo como seres humanos.

 

También es crítica a nuestro desarrollo como un ser humano religioso y espiritual. No podemos relacionarnos personalmente con la imagen materializada de Jesús o Sofía continuamente sin gozar la sanación de los temores y ansiedades en nuestro espíritu interior. Tal relación nos traerá siempre, con tiempo, a una integración de nuestro ser material y espiritual, con nuestro ser consciente y subconsciente, con nuestro cuerpo, alma y espíritu. Jesús vino a redimirnos. Ya se acaba su tarea. Desde ese momento, ha sido la tarea del Espíritu Santo compartir con nosotros las bendiciones de Su redención por el bautismo en el Espíritu y vivir y usar diariamente los dones que Ella nos da.

 

No es importante con que persona de la Trinidad comenzaremos esta relación personal porque es el deseo de Ellos que nos desarrollemos en nuestra habilidad de amar. Por supuesto, podemos asegurarnos que Ellos nos dirigirán en las situaciones de la imaginación donde estaremos confrontados por nuestros defectos, nuestra falta del amor, nuestros temores y traumas, para que podamos confrontarles, aceptarles y amarles hacia la sanación. Ellos jamás permitirán nuestra relación con su imagen materializada de ser insípida, porque Ellos son de veras interesados en nuestro desarrollo y muy deseosos de compartir todo lo que Ellos tienen, para que podamos llegar a ser más integrados como seres humanos bien cariñosos.

 

Ya hemos mencionado como en la psicología la persona puede obtener la curación de sus traumas pasados por la imaginación, pero cuando la persona se relaciona a la imagen materializada de una de las Personas de la Trinidad, la curación que viene será más profunda y grande. Psicológicamente, cuando revivimos una herida o trauma pasado es posible que no podamos perdonar y amar al abusador desde el fondo de nuestro corazón, pero con Jesús o Sofía a lado de nosotros visiblemente, abrazándonos, siempre podremos encontrar dentro de nosotros la habilidad y el poder de perdonar, olvidar y amar. La presencia de Ellos con su amor experimentado nos da una seguridad fundamental.

 

 El vivir con el don de la imaginación es esencial a nuestra vida como hijos de Dios. Sin esta, encontraremos el hecho de que es bien difícil a desarrollarnos en nuestra relación personal con el Señor. Tampoco lo encontraremos fácil a desarrollarnos como persona humana. Una religión  bien enraizada, siempre permitirá a sus feligreses a habitar dentro de sí mismos, permitir a sus feligreses a saber, conocer, y experimentar a cada Persona de la Trinidad dentro de sí.

 

La misión de La Ermita es de ayudar a quien ya está listo, de abrir estas puertas para conocer su Dios personal e íntimamente. Esto no es algo nuevo. San Ignacio y Sta. Teresa de Ávila lo enseñaron. Es el sendero hacia la santidad, hacia la integridad humana y verdadera.

 

Hay solamente un peligro. Debemos estar alertas a la diferencia entre una imaginación falsa (la fantasía) y la verdadera. La fantasía busca siempre el desarrollo del ego, el orgullo y la vanidad. Habita con el poder, la belleza y el placer. Estas cosas superficiales no son el interés de la imaginación la que no es egoísta, ni orientada a la maldad. Por eso, la mejor y verdadera  forma de conocer la diferencia es simplemente pedir a la imagen materializada presente de ponerse de rodillas consigo y rezar al Padre Celestial. La imagen falsa, la fantasía, jamás rezará. En cambio, dará muchas excusas porque esto no puede ser hecho ahora. Jamás rezará ahora. La imagen verdadera siempre responderá a favor, y rezará ahora.

 

Una nota final. Cuando alguien está relacionándose con las Personas de la Trinidad por medio de la imaginación, esta actividad es llamada también la oración contemplativa. La oración contemplativa es una actividad que habita y fluye del corazón de la persona. La meditación es una actividad de la mente. La mente reflexiona, piensa, examina para llegar a otra conclusión y entendimiento. Ambas actividades son buenas. Sin embargo, la actividad contemplativa es superior porque siempre existe en el corazón y también dirige a la persona a recibir la curación interior por las relaciones cariñosas con otras personas.