Locura en 2013 o Bendiciones? Todos nacimos en este mundo llenados de amor
incondicional, pero puesto que nos encontramos nosotros mismos viviendo en un
tiempo desordenado, ocupado y exigente, hemos perdido la conciencia de lo que
es el amor verdadero y lo aceptamos sin dándonos cuenta la actitud que todo
amor es condicional. Incluso lo aplicamos a nuestro Dios y hemos moldeado a
gran parte de nuestra fe religiosa para expresar lo mismo. Por desgracia, la aceptación del amor condicional
como amor real abrió las puertas en nuestros corazones y en las iglesias para
el crecimiento de orgullo, avaricia, odio, venganza, etc. Estos son los
apasionados sentimientos negativos que se convirtieron en los protectores de
amor condicional. Así, esta vida vivida continuamente dentro de los límites del amor condicional
no sólo hizo a nuestros corazones arder de estos sentimientos negativos
apasionados, pero también ha quemado la presencia de la iglesia de Pentecostés.
Como resultado, el orgullo, la avaricia y el odio han reinado. Pero ese no es
el final porque el Espíritu Santo ha reconstruido su iglesia. Nunca la muerte es el fin, sino más bien una
transición a una vida resucitada que viene dada por Ella. Ella nos resucita,
uniéndonos en su vida con amor incondicional. Ella lo ha hecho desde el
principio, y si somos observadores, nos daremos cuenta de que ella ha
reconstruido su iglesia del amor incondicional otra vez. Es hermoso
contemplar aunque sea muy sencilla. Al entrar vamos a darnos cuenta de la
presencia de millones ya vivienda allí. También instintivamente sabemos que
cada uno de ellos llegó después de haberse enfrentado el miedo de la muerte.
Se dieron cuenta que una vida de amor condicional, el uno con el otro y con
nuestro querido Dios Trino, la vida de su Ego, no era quiénes son. La experiencia de entrar en su presencia
experiencial nos transforma, nos bautiza en su espíritu. Cambia radicalmente
nuestra relación consciente con nuestro ser y todo el mundo de ser centrado
en sí mismo a ser centrado en el otro. Empezamos a sentir y vivir con alegría
la presencia de ese amor incondicional. Pero puesto que esta experiencia es
sólo el comienzo de una vida renovada, ahora somos capaces de ver la
presencia de nuestra "ropa sucia" dentro de nosotros que es el
residuo de nuestro amor condicional. La "limpieza de la casa" interior
comienza en el momento que permitimos los dones del Espíritu Santo funcionar
dentro de nosotros. Estos dones (energía positiva divina, la gracia) son todo
lo contrario de los pecados capitales y sus tentaciones (energía negativa
egoísta). Este último pertenece al amor condicional que cubrió y había
enterrado la presencia de nuestro amor incondicional. A medida que estos
dones crecen dentro de nosotros, ambos el interior de Su iglesia y nuestro
ser interior comienzan a ser decorado. Y la presencia de todos los que viven
juntos en Su iglesia, llenados de Sus dones, constantemente inspira a cada
uno de nosotros a ser más de lo que somos, Su amor incondicional. Este proceso de crecimiento no se puede
mantener dentro de nosotros mismos o "nuestra" iglesia. Igual que
nuestro Dios, Padre, Madre y su Hijo, fue obligado a compartir su amor
incondicional con los demás, así también lo somos. Después de todo, estamos
hechos a su imagen y semejanza. No podemos evitar volver al mercado del
mundo. No podemos evitar estar invitando a otros a venir y experimentar lo
mismo dentro de sí mismo. Sin embargo, aquel regreso para llevarlos al
"redil" ya no está hecho como antes. Nosotros no estamos predicando
una doctrina, sino que simplemente estamos compartiendo amor incondicional.
Nosotros no estamos abrumándoles con nuestras bendiciones, no tratando de
convertir y conquistarlos a nuestra forma de pensar y vivir. Estamos llegando
primero a ser sólo la presencia del amor divino incondicional entre ellos.
Estamos aquí para abrazarlos con nuestro amor compasivo, no a esforzarlo en
él. Se trata de lo divino. Se trata de la forma del Santo Espíritu de
Pentecostés. Hemos dejado atrás la necesidad de amor condicional que empuja
de conquistar. Somos amantes incondicionales. En el momento adecuado, se preguntan cómo
pueden obtener lo que tenemos. En el momento que quieren unirse a nosotros
mientras nosotros seguimos regresando a la iglesia a ser renovados y llenos
más del amor incondicional, junto con los dones del Espíritu que se dan para
compartir con todos para el bien común. Lentamente, esta iglesia será más
hermosa para su vista. Esto es el Cielo en la Tierra que habla de
Revelaciones. Mis queridos hermanos y hermanas, la vieja
iglesia como institución se ha ido. Se ha quemado con su falsa comprensión
del amor y sus pasiones ilícitas. Pero, la iglesia como familia del amor
incondicional está viva. Hemos decidido vivir dentro de la Iglesia
restaurada. Hemos decidido vivir Su vida en lugar de nuestra vida egoísta. Y
seguimos creciendo en Su vida mientras utilizamos con alegría los dones que
nos unirán más juntos como uno. Porque eso es lo que somos: todos somos uno
en nuestro querido NOSOTROS SOY, quienes son uno. Somos amor incondicional. |